Taconeabas con donaire las baldosas mojadas de la Avenida Diagonal. La noche había discurrido larga y húmeda. Aún el sirimiri empapaba el pañuelo naranja sobre tus cabellos. Poco a poco... casi imperceptiblemente, una gota huérfana rozaba tu cuello.
No tenías prisa, era domingo. No obstante los apuntes y los libros ocultaban tus manos. Manos finas de largos dedos y uñas ovaladas, preciosas, rosadas...
Llegaste a la puerta de tu apartamento. ¿Habrá regresado ya él? Me vendría bien una ayuda, siquiera para abrir la puerta... tengo las manos tan ocupadas...
Tocó con la barbilla desde el portero automático. ¿Diga? - contestó una voz masculina... Baja cariño, que voy supercargada... No te olvides de coger las llaves...
Y él bajó. Le quitó los bultos de la mano y los depositó en el descansillo de la escalera: "sólo un momento; sólo un instante"... Entonces rodeó su cintura con su abrazo y besó su boca con dulzura. Ya estás en casa, amor. Aquí no te mojarás nunca. No temas... Sube... Yo llevaré todos esos papelotes hasta donde tú me digas. Y los libros los colocaremos en la biblioteca, ¿te parece?.... Mmmmmmm algunos tienen unos títulos muy sugerentes... esto es fantástico! Ya tengo lectura para una buena temporada.
Y así; Hoy de un modo, mañana de otro, a mi hija se le escapan las horas, los días, los meses y los años tratando de no recordarme.
Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta
Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.
Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.
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