Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

martes, 20 de junio de 2017

Bullen en los álamos.



Grandes mujeres bullen por los álamos.
En días de calor prestan fragancias.
Corretean sinuosas y su infancia.
Se ha tornado opaca y sin nostalgias.

Ya no recuerdan nada de lo pretérito.
Obtusa su memoria inmaculada.
Llegar a la treintena ya es un mérito.
Cuando se trata de amargas circunstancias.

Momentos de dolor incomprensible.
Diagnósticos que aún andan rondando.
Episodios que no obtienen tratamiento.
Caos y enfermedad siempre acechando.

Pasan los años y esos episodios.
Se recrudecen con los mal ajustados.
Medicamentos, que al ser tomados.
No hacen sino torcer el desvarío.

Pero ya no. Ya algo he aprendido.
Doctores tiene la Santa Madre Iglesia.
Descanso, alegría y dieta es la receta.
Para sobrellevar los desatinos.

Y en toda esta maraña monstruosa.
Mi anhelo fue y es recuperarlas.
Harta tarea! Hoy desaprensivas.
Nada quieren saber de su madre amorosa.

Debo tener dos nietos en algún escondite.
O tal vez más. He perdido la cuenta.
Y ese amor no entregado me corroe.
Igual que un ratoncito con su queso.

Ya me vuelvo a encontrar. Triste mirada.
Ya retrocedo al paso del desprestigio.
Ya quisiera avanzar en otras lides.
Ya naceré otra vez sin un vestigio.

Ya se acabó el implorar templanza.
Palabra altiva y decepcionante.
Trenzo las crines del caballo hermoso.
Y galopo sin freno a otros lugares.

Ya me cansé de esperar...
una voz cantarina y un te quiero.
No puedo más...
Sin fuerzas y esperando yo me muero.

Cansada ya.

Cansada ya de recorrer caminos de concordia.
Puesto el sentido en lo que más me importa.
La cerrazón me impide seguir hacia adelante.
Necesito un respiro ante tanto desplante.

Ahora soy yo la que rindo sin fuerzas.
Mis propias hijas ahora me desprestigian.
No contestaré a ecos de historias infundadas.
¡Toda la vida al traste!... No hice nada.

O hice mucho, quién sabe, grandes errores.
Maltratos y traiciones a mansalva.
Propinados por mí. ¡Maldita incauta!
Alejados de mí... inexistentes.

No hay traición más grande que una mentira mal  pronunciada.
No hay error más fiero que el perdón que ya no espero.

Polizones de un barco abandonado.
En la bahía amarrado con su ancla.
Siniestras calaveras van flotando.
Entre las maromas fuertes y las lanchas.

Fantasmagóricos gestos del absurdo.
Moribundos destellos de un te quiero.
Bordados de flores de amaranto.
Y una noche de amor como un destello.

Ya no espero nada.
Sólo a tí: muerte

No me doblegó.



No me doblegó el trabajo.
Tampoco la sinrazón.
Me doblegó la desidia.
Que encuentro en tu corazón.

martes, 13 de junio de 2017

Ellas.


La ventana entreabierta apenas dejaba pasar la luz.
Haces simétricos se colaban por entre las rendijas.
Fuera hacía mucho calor, casi africano.
Los niños jugaban en casa esperando que dieran las nueve.

Una pareja antigua paseaba a sus perros.
La madre preparaba un bizcocho con amor.
Las flores bajaban la cabeza en espera de las sombras.
El alquitrán de la carretera parecía blando.

Hacía calor de verano. Derretido corazón.
Manchado apenas sus curvas por la desazón.
No te atormentes mi niña, la vida es injusta.
La moneda de cambio es falsa. Respiran usura.

Hago cantar a mi abanico tiernas canciones.
Poemas ocultos que hasta mí han llegado.
Para olvidar el tedio de otro día sin ellos.
Sin tener noticias. Sólo con desvelos.

Absurdos desvelos de desesperanza.
Tierras prometidas que nunca se alcanzan.
Brumas y tormentas. Soledad. Presagio.
La ventana abierta junto al relicario.

Sus fotos de antes a la vista están.
Las han olvidado en algún lugar.
De su alma errante y equivocada.
Furia inconsciente y acalorada.





Cantarinas aves.



Cantarinas aves que a tu fuente van.
Su buche encendido de añil y de mar.
Picotean alegres los rosados frutos.
Granados, cerezos, picotas, arbustos.

Se para la niña bajo el pino frondoso.
Sus manos albergan agua clara y fresca.
Anidan alegres los mirlos en ellas.
Y los mandarinos, regados, ociosos.

Voy a ver al hombre que me ha de casar.
Con el muchachito que hay en mi lugar.
La niebla temprana tendrá que girar.
Por entre los bosques, allá, al despertar.

Bruma tempranera, semejante al humo.
Se cuela, impasible, por las espesuras.
Corriendo amanecen las frutas, tersuras,
De una fuente diáfana que surgió sin tino.

Mañana domingo me voy a casar.
Con el muchachito que hay en mi lugar.
Trompetas, clarines, arpas, ¡Desfilad!
La música es bella. Hay que aprovechar.

Seré la doncella más feliz del mundo.
Por las espesuras correrá una sombra.
Inquietas, las aves inician su vuelo.
En los altos montes comienza el deshielo.

Bordaré las sábanas con sus iniciales.
Me gustan los hombres francos y leales.
Tejeré toallas. El ajuar completo.
Y yo animando bellos sentimientos.

Mañana domingo te daré el te quiero.
Sonreirá mi madre. Arará el labriego.
Y tu con tu estampa, fino caballero.
Tomarás mi mano, emocionado y tierno.