Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

miércoles, 13 de junio de 2018

Y se recrean.


Jacobo y Juan son dos muchachos de 33.
Tienen fino el semblante y el alma fiel.
Extrovertidos, locos.
Hablan de sexo, locos. ¿Como se atreven?
A la sexagenaria vieja que está allí enfrente.

Y se recrean.
Juan y Jacobo siempre tiran pá el frente.

Entrecortado el cabello.



Entrecortado el cabello.
Entrecortado el semblante.
Entrecortados los ojos.
Y entrecortado el guante.

Vivimos pues hacemos.
Hacemos pues pensamos.
Pensamos pues sentimos.
Sentimos pues amamos.

Entrecortado el cabello.
Y entrecortado el llanto.
No llores, mi niña hermosa.
No llores mi alma de cántaro.

Vino a vivir hacia mí.
Me ha elegido entre unos cuantos.




En tu humilde portal.



Esquina de aquí te espero.
Para siempre, compañero.
Cualquier día, compañera.

Tejíamos cartas de amor desde el tejado.
Como los gatos grises que me visitaban.
En doliente oración, sus pies descalzos.
Pisaban las hormigas, acuciadas.

Ven a volar un vuelo de rasante.
Peregrina avecilla de los campos.
Ven a volar, con él irás delante.
De las fieras, señor, y de los fados.

Saudades, Bossa Nova, nostalgia.
De un día en que el destino me hizo conocerte.
Cánticos tristes, fados enrevesados.
Y una canción que suena desde el radiocasette.

¿Con quién irás?  ¿Dónde está Alejandra?
¿Por qué no viene a saludar a la mañana?
¿Cuánto le diste, para que no haya nada
con lo que completar el medio gramo?

Busca en ausencias, que es lo más seguro.
Para morir, quizá, de estreñimiento.
Busca en el mar; ya llegó el momento.
En que los ríos desemboquen, orgullosos.
En tu humilde portal de calle Pergamino.

Fue muy bonito mientras duró.



Fue muy bonito mientras duró.
Aplicábamonos en sendos menesteres.
Suave el aroma, pulcro, el pelo bien cortado.
Bullen las palomas de la paz, hermanas.

Fue muy bonito. Duró sólo una vez.
No puedo competir contra Alejandra.
A favor de Shamir, pero en contra de nadie.
Tu bucle me hace daño. Tú no la necesitas.

Vente conmigo. Recrearemos momentos.
De dulce calma. Esparcidos amores.
En penitencia, junto a la cruz que un día.
Sin dueño viene a hacernos reverencia.

Dulce Rashid, Shamir está esperando.
A que le cuentes las mil y una noche.
Muso ma non tropo, pendenciero.
Mushos musos pá mí; la frente amplia.
Y el color aceituno de mis campos.

martes, 12 de junio de 2018

Cabalgaréis llanuras y montañas.


Cuadros que dibujar dulce podría.
Reventando las luces y las sombras.
Bravío el caminar. Siempre amagando.
Un halo de grandeza. Sabio enamorado.

Pálido de colores y texturas.
Dulce añoranza de las cosas bellas.
Remolino de talco y de turquesas.
Pico marchito que nace cuan amante.

No cabéis esa tumba; os lo suplico.
Aún no. Pues que aún estáis vivo.
Menoscabar la tierra en que florece.
La amargura de tenerte sólo mío.

Cabalgaréis llanuras y montañas.
En jaca árabe; gomel peregrino.
El caballo galopa impenitente.
La yegua corre al pino.

Por la noche; tal vez al recuento.
De lo que hizo tu alma, allá en el llano.
Volverán a tu mente mis sonrisas.
Y mi hablar castellano.

Instigaba a sus ojos una lágrima.



Instigaba a sus ojos una lágrima.
Mi garganta, mil odas de perdón.
Habló su mirada, suplicante, bella.
Calló mi garganta de exabruptos plena.

Y algo me dijo que faltaba por venir aún lo mejor.
Y alguien dijo en mi oído frases llenas de amor.
Y sus trenzas recogidas se exparcen y ruedan por el solado.
Y caen presurosas y en cascada hacia el jardín, desde el balcón.
Donde le está recitando Zirano bellas palabras de amor.
Y las fuentes cantan su cantarina versión del Ave María de Schubert.
Y los pájaros remedan a María Callas.
Y los ángeles ciñen sus clarines y sus trompetas.
Y Pepe zimbrea su chéquere.
Y Tommy hace fotos del momento.
Y José y Jorge sacan sonidos de su yambee.
¡Y comienza la fiesta. Domingo por la tarde, en el caballo!

lunes, 11 de junio de 2018

Alrededor de la lumbre.




Alrededor de la lumbre tengo un puchero.
Lleno de agua de la fuente de los siete caños.
Previamente en sartén el aceite de oliva.
Con su pizca de sal, su cebolla y su ajo...
Y a pochar.

Después le añadiremos pimientos tricolores.
Le damos una vuelta; lo echamos al puchero.
Le añadimos papa rota, orégano, tomillo.
Lata de alcachofas, champiñones y ñora.
Carne de aguja, tierna y algo de pimentón.
Unos pocos guisantes, zanahoria picada...
y empieza la cocción.

¡Qué rico está el Sancocho! ¿Quién lo ha preparado?
He sido yo, Julito. Sé que te iba a gustar.
Aunque no sé qué hago, dándole caña al mono.
Cuando te has portao conmigo tan sumamente mal.

Hoy lunes no te llamo. Mañana; ya veremos...


domingo, 10 de junio de 2018

Alguien ríe.



Me tiro un pedo.
Alguien ríe desde el salón.
Ya no estoy sola.

Desfiladeros cautos.



Instigábamos desconsoladas frases.
Ensayábamos las notas musicales.
Jaques Brel, Aznavour, los italianos.
Una rumbita, flamenco indecoroso
de la Pocera de  Jerez.

Providenciales versos recurrentes.
Al amor de la lumbre agazapados.
Verdín dorado llueve, la noche está estrellada.
Caracolas de mar. El mar se oye
En la oquedad azul de tu mirada.

Desfiladeros cautos. Por barrancos bruñido.
Acantilados lúgrubes por tu amor espantado.
Pateras que naufragan delante de mi costa.
Ondas de hombres negros, de Senegal un día
cárdenos abismos chuecos, ingrávidos.

Corazón que a la brisa perfuma indolente.
De virginal sonrisa, antes por mí prevista.
Y hondas horas de amor, quisiera retenerte.
Nada dará placer en la noche estrellada.
Porque nada te duele.
Pocera de Jerez.

Noches de abismos.




Noches de abismos. Días soleados.
Amenazantes nubes de algodón.
Sombras que se pasean por mi cuarto.
¡El tercer batallón!

Mil cortados en los Alpes.
Llenos de luz y color.
Bandoleras de amapola.
Y rubia en el arsenal.

Brava la noche te espera.
Tan reciente como el pan.
Recién hecho, a la mañana.
Volverás. Tú volverás.

Remolino huracán.


Calculaba en sus ojos una lágrima.
Veíala languidecer.
Buscaba allá, en su mueca algo a lo que agarrarse.
Y no podía ser.

Remolino huracán hacia tu albergue.
Violeta es el color del pensamiento.
Florecilla agraciada de jardines.
Y un sólo sentimiento.

Volaremos al aire mil canciones.
De mil estilos por autor creadas.
Musas que van y vienen presurosas.
Sin importarles nadie. Sin importarles nada.

Remolino huracán hacia tu albergue.
Que presuroso viajas los parajes.
Ven a decirle que estoy aquí escondido.
Por si las prisas.

Yo quisiera perderme entre tus brazos.
Que enterraras mi odio en besos de pasión.
Besos que sólo he dado, por mi fiel pensamiento.
Borrascosas las nubes, al instante.

Quimera piedra luna.



Me has sacado matrícula de honor.
Caballero alférez de la Academia de Infantería,
de Toledo; la mejor.

Viniste cauto hacia mí, mi encanto.
Cosa bonita y bella, mi amor, mi compañero.
Tuviste tu momento y lo has aprovechado.
Como siempre; mi amor.

Y no importaba nada.



Lográbamos los sueños, poco a poco.
Fingíamos ser carne doliente.
Escapábamos del tedio de las tardes.
Reuníamos un arsenal de entelequias.

Y no importaba nada.

Circunstancias obligan a los actos.
Pensamentos que llegan, inconscientes.
Presentimientos fríos, en tu cama, vacía.
Cúrame las heridas, que me voy a morir.

Y no importaba nada. Nada.

Cabalgando de nuevo.


Me ha dolido. No has venido. Por mí no.
No voy a suplicarte. Yo no quiero.
Falta la musa, se acuestan los soldados.
Dulces lamentos de la patria mía.

No has venido. No voy a suplicarte.
Esta vez no. Mañana, quién sabrá.
Me voy al Rastro a ver a mis colegas.
Pastora, Juan, Tiburcio, juntos vamos
a fumarnos un porro junto a las escaleras.

Será mejor que aprietes fuerte el paso.
No vaya a ser que venga la bofia y nos detenga
por escándalo público y consumo de drogas.
Valiente corazón, cabalgando de nuevo.

Curioso despertar en aguas cristalinas.
Muchacha muerta, flotando entre las aguas.
Ramilletes de rosas, margaritas y prímulas.
Se enredan, confidentes, entre los cabellos
negro azabache de mi ninfa dormida
de eternos sueños, con cascadas de espuma
y arcoiris iridiscentes, a la luz de la luna.

Nuevamente la córnea.


Nuevamente la córnea se escapa entre mis dedos.
Nuevamente la luz se me quiere escapar.
Dos oquedades en mi cráneo pueden
reventar un pasado de dulce eternidad.

Plancha, y lamenta no haberte perturbado.
Descansa si es que puedes; el habla fatigada.
Y los acordes de un bandoleón aspiran.
A llevarse tu boca, tras el beso anegado.



sábado, 9 de junio de 2018

Y te vas.


Pretéritos jardines donde el jazmín se aposta.
Bajo rayos de sol iza escalera.
A las biznagas de la madre tierra.
Y la hornacina templada de flores.

Deseos ahogados en néctar de dioses.
Palpitar del camino entre bosquejos.
Ancla que embiste al toro enamorado.
De una luna infernal; maternal, espúrea y ciega.

Dime con quién vas a ir.
En esta noche.
Esta noche de abismos anegados.
De fuertes vientos; de desamparados.
De profetas sin tierra y de legajos.

Ven a participar de nuestro ágape.
Dulce Daniela de los ojos tristes.
Esperanza que anhela.
Tu sombra de poniente trastocado.
Tu luz esta mañana de verano.

Mañana en la mañana luce el cielo.



Tus gallumbos esperan en la mesa.
Los calcetines por fin los cogiste.
Pobre infeliz; no sabes que te espera.
El purgatorio.

Mañana en la mañana luce el cielo.
Estrellado y profundo, con el sol a cuestas.
Verdugo de doncellas luminosas.
Y de tardes cargadas de esperanza.

Leyendo estoy "mi padre"; tu regalo.
Yo te he traído perfumes y presentes.
La noche clara donde nos perdimos.
En la azul playa.

Empapado de brea y de salitre.
Mi pobre estampa muy mojada hallo.
Al rondar por la noche, entre columnas jónicas.
La canción escogida del momento.

Barruntar de ternura inmisericorde.
Llegar a viejo por otros caminos.
Hinchar el globo aerostático y ladino.
Y despegar los tres desde el cestillo.

Daniela, Julio y yo.
Los tres unidos.
Daniela, tú y yo.
Los tres amados.

Daniela diosa.


Daniela, diosa de las noches turbias.
Musa implacable en mis ensoñaciones.
Pergamino maduro de escribientes.
Teléfono caliente, a contrapelo.

Yo soy un pobre ingrato, resignado a morir entre tus ojos.
Soy un pobre infeliz enredado en el limbo de tu boca.
Soy ese pobre chancho inoperante y ciego.

Cabelleras caen de tus hombros en cataratas frías.
Tu perfil insolente porfía en la mañana.
Un desigual muñeco de mis fauces sale.
Yo te voy a convidar. Por mi alma tiemblo.

Y bucles de algodón serán tus alas.
Tus dulces alas donde el sol ahora.
Lanza en disparos su atronador mensaje.
Lleno de caracolas.

Escupiendo verdín amordazado.
Saliste salerosa por poniente.
A estribor tu perfume y mi doliente alma
amordazada del terror de un día.

Daniela diosa.
Daniela preciosa.


Y me dices te quiero.



Si por saber de tu soledad me hieres.
Si por creer en tí mañana me desdeñas.
Si por hacerte un hombre me castigas.
Si por venir a verte, en la noche me engañas.

Y me dices "te quiero"; no hay mañana.
En que no piense en tí, dulce amapola.
Que llora, pues se halla sola.
A despecho de soles y de lunas.

Vuelve a mi lado, Sansón arremetido.
Junta una a una las lágrimas tempranas.
Convierte en ríos estas mis mañanas.
Anochecerá de pronto en la cabaña.

Vuelve a mi lado, Julio, yo te imploro.
Vuelve a las once y diez, por mis pecados.
Allí estará esperándote Daniela.
Y yo misma, si lo tienes a bien.

Saldrá el lucero del alba a pasearse.
Mi hermana Adita nos ve desde arriba.
Y aprueba contenta a esta comitiva.
De jarcias y lereles, de flor engalanada.
Y de quereres.

Trampolín.


Trampolín con que limpio mis entrañas.
De otros que jugando precipitan.
El aire oscuro de esta buena mañana.
En que las lágrimas traerán ardores.
De verdes eucaliptos; hierbabuenas peremnes.
Y camachitos escupiendo una canción.

El halcón desde arriba precipita.
La noche del ratón, en que extenuado.
Regocija la caza tempranera.
Con los elementales ratones camperos; ignorantes.
De sangre y cieno exhurtos, embusteros.
Vivencias sin final. Mis cuatro hermanos.

Por orden de estatura y de edades.
Primero Adita, con su chupa azul.
Despu{es Javier, sentado en la azotea.
Y despu{es yo; sonriendo al viento.
Para terminar Nines instalada allí en medio.
Y Txema, tan guapo y tan ardiente.

Las once y diez.


Bailábamos zorzikos.
Su carne prieta, al aire, descosía fantasmas.
Y un ángel bello alumbraba en la noche.
Las once y diez; ya llega; apostado en el porche.

Vente a bailar conmigo las ondas jotas buenas.
Esperanza de abriles que no hube hollado.
Pues que follar es pisotear gallinas.
Nunca te follaré. No insistas. Traigo la gabardina.

Porque llueve en mi alma. Yo te estoy esperando.
Para decirle al sol que el clima está templado.
Y decirle a la luna cuanto ella pueda oír.
En sus campos de mieses, españolas, profundas.

Vine para tragarme esta copa de vino.
Contigo y con Daniela. Nadie más esperando.
El burdo antifaz con que quieres cubrirte.
De una noche temprana en que los dos gocemos.

Y un amor repentino, en que luchan las olas.
Alla en el rompeolas, con perfumes de hierro.
Ferruginosas aguas las del rio Bermejo.
Son saliente. Tez rubia. La verdad en los ojos.

viernes, 8 de junio de 2018

Y tú no vienes.


Cautivadoras líneas que a mi hija has dedicado.
Perfil en que te muestras insolente.
Verdades como puños, inconscientes.
Y una dirección prescrita.

Rabos de pasa para la memoria.
Ancas de rana para el paladar.
Semen de la ballena pá los lápices.
Labiales cremosos de muchos colores.

Pintauñas de olor y color extremados.
Herraduras de caballo viejo.
Ñordas de vaca junto a los adoquines.
Ceniza de un cigarro en el alcorque.

Y tú no vienes. Yo te estoy esperando.
De mil amores te serviré un café
traído de Colombia por Beatriz.
Servido en un pocillo para tí.

Quiero que llegues pronto, arrebatado.
Quiero que me concedas un deseo.
Quiero que me desnudes poco a poco.
Como tú sabes.

Llegaste.

Aristas implacables y resueltas.
Curvadas formas de la tierra mía.
Elefantes sin dueño y con la trompa alzada.
Buhos nocturnos donde aprendí a quererte.
Y tú allí, mi amor.
No vienes...

Rompeolas de nubes iridiscentes.
Espuma concentrada en el rompiente.
Cadalso, Antonieta y la Revolución Francesa.
Nubes de polvo surgen desde la pala del pintor.
Y tú allí, mi amor.
Ya vienes...

Transidos nichos de huesos poblados.
Oscuras osamentas alcornoques.
Visión degradada de la noche.
Sendero oscuro, rodeado de árboles.
Y tú aquí, mi amor.
Llegaste.

Ocho de Junio.


Ocho de junio. Bonito día lluvioso.
Para ir a pasear por la Feria del Libro.
Con mis compañeros de Afaemo. A ver si los recuerdo a todos:
Antoñete, poeta. Álvaro, dibujante. Joaquín, rockero. Abdel, maravilloso.
Lucía, nuestra coordinadora estupendísima. Adolfo, periodista.
Roberto, estudiante de psicología. José María, un cielo. Mari José, preciosa.
Antonella y su teatro de títeres. Carmelo, despistado. Y yo misma, escritora. Gloria, la hermosa, y Patricia, de habilidades cognitivas.
Saldrán mis libros para julio o agosto. Faltaban Lauri, Paco, Alfonso, Santi, Jose Ramón y Marius.

Vámonos, cariño. Vamos a pasear bajo la lluvia
por la Feria del Libro de Madrid.

jueves, 7 de junio de 2018

Bonitos sueños.



Abrazábamos las olas, dulce albergar de mis instantes locos.
Sujetábamos la palmera, prolífica con sus dátiles.
El otoño quizá alza su ojo de cíclope.
Y solamente tú sabes lo que mi alma calla.

Robábamos bolígrafos en ´fister.
Pinceles, bolis, sacapuntas, tijeras...
Nos poníamos el mundo por montera.
Y cogíamos un tiesto al de la floristería.

Calmadas las hojas de los árboles.
Los patos en la orilla, con sus cuatro crías.
Y un cisne disfrazado de patito feo.
Me voy contigo, amor, al confín de los tiempos.

Y él, desde el teléfono se ríe.
Se parte el culo, pobre peregrino.
Es tremenda la noche.
Al alba cantarán los jilgueros y los mirlos.

Felices sueños.
Dormir en paz.

miércoles, 6 de junio de 2018

Volverás a las fuentes.



Las dudas me hacen ver fantasmas.
Por lontananza, donde no llega nadie.
El viento peina tus trenzas al instante.
Y la luz ilumina las mañanas.

Tardes de lluvia. Ríos de sentimiento.
El tropel apostado en tus mejillas.
La noche oscura templa presentimiento.
Y la sombra se adueña de tu hebilla.

Acartonado pantalón vaquero.
Camiseta obsoleta y desteñida.
Un libro entre sus manos y un donaire.
Las fechas agarradas y anodinas.

Sendero verde donde el sol se aposta.
Rodeado de bosque bosquejado.
Sendero verde en que al caer la noche.
Se haya prendido, corazón ilusionado.

Corren los ríos que van a los mares.
En paralelo transcurrir transverso.
El hombre allana su trayecto corvo.
Y un mirlo canta desde tu ventana.

Volverás a las fuentes y luceros.
Donde un día recitaste mis versos.
Volverás; yo estaré esperándote.
Siempre cabal y siempre ilusionado.

martes, 5 de junio de 2018

Subíamos la cuesta.



Subíamos la cuesta con los pasos tardíos.
Cansados, ateridos, lluviosas las mañanas.
Por el frente una nube plomiza nos bañaba.
Al sur, ese sol tenue que no calienta nada.

Mirad: ya casi llego a encontrarme con él.
Mi viejo amigo Julio con quien tan bien lo paso.
Hoy nos vamos al Prado a recorrer museos.
Mañana quizá alguien pinte unas acuarelas...

Pero errar no quisiera, como pasó otras veces.
Esta vez no, mi niña, ahora es el momento.
Julio te quiere; te aprecia demasiado.
Demasiado es muy poco para un alma cansada.

Viene en tu búsqueda. Te tiene atendida.
Bebe los vientos por los que tú pasas.
Hazme un favor; no digas nunca nada.
De este tremendo Amor en que estoy enredada.

Brilla la noche oscura y transparente.
Los relojes se alinean: ya casi son las diez.
Hora de despedirse. Llámame cuando llegues.
Y un beso en la boca. Ya te veré después.

lunes, 4 de junio de 2018

Con perfumes de plata engalanada.



Buscábamos el aire a bocanadas largas e imperiosas.
La boca muy abierta, el eco marchitado.
Vuelta la cara hacia la luz que un día,
en tí se había esfumado.

El cuerpo dolorido. Distante el semblante.
Flojas las piernas. Arrastrando el paso.
Inseguros andares tenebrosos, volátiles.
Y un ramo de tres rosas en la mano.

Iré a acariciar a la luna esta noche.
Sombreada noche, brillantes las estrellas.
Mi hermana allí; Venus la iridiscente.
Mi padre al lado formando el carro de la Osa Mayor.

Bailan los aquelarres por Goya bien trazados.
Salen las brujas de sus escondites.
La noche se hace espesa entre gélidos tragos.
Vomiteras y eructos de burros anegados.

Y allí, en el claro.
Una luna dibuja su sombra.
Con perfumes de plata engalanada.

martes, 15 de mayo de 2018

Psiquiatría. Planta 2-B



Pasos blandos, pasos presurosos.


Pasos blandos, pasos presurosos.
Al confín del pasillo, espumosos, ladinos.
Pasos de hombre o mujer, pasos hermosos.
Pasos de agricultor estremecidos. Pasos.

Pasillo largo de hombres y mujeres.
Con las habitaciones a los lados.
Al fondo una ventana cerrada con llave.
Al sur la lencería.

Miradas que se cruzan al pasar.
Sonrisas que se expanden al pisar.
Pesares que son menos al cantar.
Mi canción preferida del momento.

Pasos. Pisadas y un corazón
que se esconde. Oye. Allá en el baño.
Cigarro en mano. Mechero rojo.
Aguanta nervioso la respiración.
Alguien abre la puerta de la habitación.

Es Raquel, la enfermera, que olisquea el aire.
Dulce aire de mayo, de paisajes puros.
Desde la prisión donde yo me hallo.

Pasos y pisadas. Pisadas y pasos.
Y mi corazón corre desbocado.
Taquicardia rítmica de reloj en mano.
Pulsaciones altas. Corazón herido.
Arteria en que fluyen las aguas del río.
Sangre roja y tierna, recién estrenada.
La siento y la siento en la madrugada.

¡Madre mía, Carmen!



Jalábamos la tarde con mariachis de radio.
Escribíamos versos sin un cigarro en la mano.
Componíamos estrofas musicales, en 3D dibujados.
Cama de hospital. Mi oxígeno frente a la almohada.
Quiero un cigarro Yoli.

Yo te lo lío con American Espirit.
¡Vamos a tu cuarto! ¡No; mejor al tuyo!
¡Vamos pues!... Pero en mi cuarto está el oxígeno.
¡No pasa nada! ¡Dentro!

Y vinieron las auxiliares y Enfermeras a embroncarnos.

¡Madre mía, Carmen!

Pasó un 30 de abril.



Hoy todavía es lunes; mañana será martes.
Último día del mes de abril.
No te encontré aún pero lo haré, tal vez en mayo.
Puede que sí.

Te fuiste no sé el día, ni el mes, ni el año.
Tal vez tú si lo sepas. Recuerdes algo y puedas
Colorear esa fecha en el calendario.
Puede que no.

Todo esto pasó un 30 de abril. Acabo de pensarlo.
Acabo de sentir tu ausencia una vez más.
Yo me pregunto: ¡cuándo será diferente?
... una vez más.

"Pasarán más de mil"años suena en la radio.
97.2 de la F.M.
Oyendo esta música te recuerdo en vano.
Escuchando las canciones que un día me enseñaste.

Yolanda M.



Chiquilla pelirroja, de cabellos rizados.
Alborotas las salas de este hospital con tu duende.
Manejas fórmulas, las manos, eres un ser romántico.

Pregonera de canciones comprometidas,
¿dónde perdiste la cabeza, como yo, como todos?
Y por qué no la encuentras y sigues aún aquí...
luchando con auxiliares y enfermeras,
si lo que tú quieres... es casarte algún día,
con el hombre amado.
Y tener un hijo
muy especial; como todos.

¡Vamos a fumarnos un cigarrillo juntas
y a escondidas!

Mi fiel Yolanda.
Guerrillera impenitente y anarquista.

David Pereyra Bernal.



David es un gran hombre.
Vive aquí, en el hospital, ahora,
aunque tendrá su casa.

Lleva capucha como para desafiar.
Este domingo lluvioso por el que Carlos simpatiza.
Es primavera y la alegría se percibe
por sobre los olivos, cipreses y gramíneas.

Pelos de perro y gato; patas de arañas.
Ácaros y bacterias pierden la batalla.
Arrastrados por esta lluvia de abril...
Providencial.

Quien quiere hacer el bien busca la manera.
Quien quiere hacer el mal busca una excusa.
                                        Martin Lutter King.



Jordan Djiby


Entre las chicas han colocado a un hombre.
Le he visto tumbado y somnoliento. En la habitación 211.
Se llama Jordan Djibi y es senegalés.
26 años. Alto, fuerte, guapo; negro.
Chapurrea el inglés.
Y es un ser especial que sonríe de una manera preciosa.

¡Dientes blancos!
¡Mirada tan limpia!
¡Cuerpo de ébano, maravilloso!

Carlos, Begoña y Luis.



Carlos y Begoña son los padres de Luis.
El chico de 18 años al que apenas podemos ver.
Porque es autista.
Se llama Luis, es pelirrojo, alto y guapo.
Dos toques con los dedos por detrás de las orejas, significan "Hola".
Un golpe al corazón significa: "Te quiero".
Con éso casi basta.

EN LA FERIA DEL LIBRO DE VALLECAS.- 2ª EDICIÓN.


El cerebro necesita una reorganización.
A la luz de las velas y las cigarras.
Cantándole a la vida con voz romántica.
Y recitando el viernes a Miguel Hernandez en la feria del libro de -vallekas, 2ª edición.
Abel, el matemático me ha dado la reseña.
De Torrejón vienen un grupo de poetas.
Vicente Baeza, músico, dirige el cotarro.
Mujeres enamoradas de la producción femenina de la generación del 27.
Sólo me suenan dos: Rosa Chacel y otra.
Se suceden canciones y fragmentos.
Allá en el escenario.
Ha sido una tarde-noche mágica.
Lo he pasado muy bien. Sola. Como siempre.
Soledad del que escribe.

martes, 24 de abril de 2018

Escucho tras la ventana.



Escucho tras la ventana el clamor del viento.
Las hojas de los árboles se mecen en sus cunas.
Largas ramas ocres abren sus dedos desde el tronco.
Desigual pedestal del árbol que aún no ha caído.

Tampoco el ángel llegó a caer del todo.
Tampoco el arcángel subirá hacia el cielo.
La lucha se desarrolla aquí en la tierra.
Firme. Cual alcorque desgarrado por sus raíces.

Escucho tras la ventana el clamor del viento.
Y pienso: el aire se llevará las luchas.
Pero no es así. Cada cual corre a su chimenea.
Procurándose un calor que el tiempo no otorga.

Voy buscando senderos abrigados.
Luces al fondo del pequeño pueblo.
Y pienso: así debería ser la vida.
Clara y tenaz. Con su propia manta y su alumbrado.

Pero es imposible. La noche se cierne ya
sobre mi testa alborotada.
Mechones desordenados que el viento despeina.
Mientras en mi cerebro las ideas brotan más clarificadas.

Y al fin. La tormenta da paso a la tímida sonrisa del sol.

Romeo le apodaban.


Romeo le apodaban, chiquilla, iba cachaco.
Olor a hierbabuena, Cecilia y fina estampa.
Celtas sus apellidos, del norte, Castro Lodeira.
Verdes las ensenadas, los riscos, ¡Viva Madeira!

Por la isla paseaba, estirado, compás al paso.
El gitano indolente, tranquilo, le tuerce el gesto.
Alegre va silbando, contento, su copa llena.
De amarguras ahogadas, Romeo, pero qué es ésto.

Valiente la sirvienta, sus rizos, sale a su paso.
Muchacha muy querida, Romeo, en esos lares.
Desliza una sonrisa, cereza, junto a su oído.
Palmotea el abanico, Romeo, juegas a pares.

Los nones no han salido, Cecilia, me has hecho trampa.
He quitado las cartas, Romeo, pá que no salgan.
Léeme tus intenciones, curita, de blanco clérigan.
Mientras las estrellitas, Cecilia, Romeo, hoy se te entregan.




Anoche soñé contigo.


Anoche soñé contigo.
Ibas camino del mar.
A fletar tu barca chica.
cerquita del olivar.

Anoche soñé contigo.
Que te sonreía la luna.
Versos en boca partidos.
Manticas en la mi cuna.

Anoche soñé contigo.
Hija del mar, marinera.
Jazmines en el regazo.
Ya apuntabas maneras.

Anoche soñé contigo.
Y con los hijos de Zeus.
Alta su jaca morena.
Elegante a su manera.

Anoche soñé contigo.
Y he despertado contento.
Porque le das cuerda al mundo.
En tremendo movimiento.

lunes, 23 de abril de 2018

Por qué la Inmaculada.



(Dedicado a mi madre Inmaculada Aurora).


Por qué la Inmaculada.

Hoy toca desnudarse junto a la alberca.
Cuerpo rosada y suave, sedosa piel.
Hoy toca desnudarse, alegría, la manos quietas...
Es tan sólo el olvido, mi arma, lo que me desconcierta.
Y lo que me hace insomne, cariño, si estabas invitada...
por qué la blanca luna, alegría no luce más.
Por qué los almendrales, Dios mío, le temen al rocío.
Por qué mi alma de pena, mi niña, no ha florecío.
Por qué la Inmaculada, Dolores, mi vida, siempre en su rezo.
Por qué tus lindos ojos, Dolores, mi niña, no alumbran ya.

Por qué los tafetales, dorados, consuelo, se mecen en las ondas.
De suaves terciopelos, morena, gitana, por bulerías.
De hermosos argumentos, Dolores, mi vida, en finas copas.
Servidas de rocío, Dolores, bonita, tu no te rías.
De esta pobre alma, Dolores, tesoro, que se extravió al pasar.
De entre noches de viento, Dolores, mi vida, cuánto lamento.
Lamento de las flores, Dolores, mi arma, que fui a depositar...
junto a tu sepultura, Dolores, hermosa, de aquéste lugar.

Y tiene por sudario, Dolores, mi niña, la luna, el sol y el mar.

domingo, 22 de abril de 2018

El tiempo corre.


Constante en su mirar.
Ademanes de hierro.
O de hielo de invierno, impenitente.
Llegó sin desconsuelo.

Marineros que lanzáis las redes.
En pos del boquerón adamascado.
Decidme; pues el tiempo corre...
¿Dónde quedó mi amado?


Llegó la primavera.


Cruzaste por la acera de la izquierda.
Bulevar en que caben mis recuerdos.
Preñado el árbol de hojas exhultantes.
Llegó la primavera.

Muñeca al sol con los cabellos de oro.
Lavados por la niña de mis sueños.
Dulces aromas salpican la avenida.
Destilando un sabor a hierbabuena.

Clamorosos los valles y los ríos.
Los pájaros del cielo entonan el Adaggio.
La batuta batiendo como lápiz de seda.
Y una mano acercándose a mi niña.
Para poder acariciar su seno misterioso.

Palmas sonad. Estruendos matutinos.
Vírgenes, abandonad el rezo.
Que estoy aquí esperando en el olvido.
De aquel furtivo beso.

Jinetes que cabalgáis ebrios de viento.
De brisa submarina y de hondonada.
Marineros de la mar salada.
De corazón partío y sentimiento.

¡Venid aquí!, pues que os estoy llamando.
No demoréis el paso, yo os lo pido.
Caballeros con yelmo bien bruñido.
Y de malla dorada, trenzada en pensamientos.

Nunca olvidéis lo que vine a deciros.
Quiero daros la buena nueva pronto.
Que las nieves al río se han vertido.
La primavera llega para todos.


Es el fin de la guerra.


El final de la guerra se respira.
Corea del Norte no avanza con misiles nucleares.
China y Japón se unen clamorosos.
Y Donald Trump acepta aliviado la Victoria pacifista.

Siria y Rusia aún no se han pronunciado.
Aunque todo indica que depondrán las armas.
Porque hoy estamos de enhorabuena.
El mundo quiere Paz.

Que suenen los clarines y trompetas.
Que el saxofonista se dispare en la lluvia de notas.
Que los timbales clamen presurosos.
Y el pianista componga un Adaggio de hermosa Primavera.

Es el fin de la Guerra.

viernes, 13 de abril de 2018

Elocuente en su oratoria.



Elocuente en su oratoria
discurría con esmero por los suburbios de París. Era inmigrante.
Marroquí.
Se llamaba Fatima y quería ser abogada.
La mejor abogada de Francia.
Aprendió a no emplear nunca los insultos ni las descalificaciones como argumento.
Regla de la oratoria número 36.
Cuando ya fallan todas las anteriores.

Munir no deseaba verse envuelto en ambiciones y perder su fragancia primigenia.
Munir era el novio de Fatima.
Reparaba motores; nada serio.
Sin toga ni uniforme. O sí, un mono.
Para no manchar de grasa los tejanos.

Fatima relucía como los brillantes.
Bella y joven se lanzó al abismo.
De los muertos vivientes vacíos de contenido.
Y perdió sus raíces de extranjera.

Pero su inteligencia era tan grande.
Que ocultó el dinero en su bolsillo.
Y el corazón repleto de testigos.
Que nunca quedarán en el olvido.




sábado, 3 de marzo de 2018

Poder soñar.



Desearía emplear palabras luminosas.
Como el sol del verano a las doce en punto.
Pero el otoño oscurece con su llanto.
La dorada tertulia de la tarde.

Me prometí hacerle eco al viento.
Rebusqué entre las páginas del libro.
Aquel vocablo amable en que me encuentre cómoda.
Gallarda y fuerte en mi debilidad.

Luché contra las olas levantiscas.
Icé la vela de barlovento.
Y, exhausta y temblorosa, mis pies resbaladizos.
Bramaron al chocar contra la proa.

Todo mi cuerpo se llenó de brea.
Mis cabellos, salobres como el mar.
Mi traje hecho jirones apenas me abrigaba.
Y, exhausta y temblorosa, me lancé a nadar.

Cautiva de mis sueños. Sólo puedo entender.
Que quizá algún día ella regresará para salvarme.
Sólo éso me mantiene: poder soñar.


Llueve en mi corazón.



Llueve en mi corazón.
Ayer cumplí años y ella no vino a darme un beso.
A desearme felicidad.
Salud y felicidad.
Tal como yo le deseo a ella, siempre.

Laura es mi linda hija.
La hermosura de los campos.
La paz de la mañana.
Y no puedo. No puedo más estar sin ella.
Sin poder verla y abrazarla.
Y fundirnos en un tierno reencuentro que me dará la vida.

Porque sin ella mi existencia se resiente.
Mi llanto no enmudece.
Mi corazón no deja de sangrar.
Y yo quiero pedir ayuda.
Pero me están vedadas todas las puertas.
Mis anhelos más profundos se esfuman en una pertinaz indiferencia.

Y grito. Y me desgañito.
Y busco una salida. Algo tangible en lo que sujetar mi pobre alma golpeada.
Y no encuentro la solución.

Laura. Si me escuchas...
Laura. Si por casualidad te llegan estas letras.
Quiero que sepas que muero por tí.
Que te necesito.
Que por favor, vengas en mi ayuda antes de que sea demasiado tarde.
Porque siento que mis débiles fuerzas se resienten.

Quiero que sepas que te amo.
Que te quiero y necesito.
Y que no; no me acostumbro a estar sin tí.
Sálvame, amor mío.
Lo tienes en tus manos.




jueves, 25 de enero de 2018

Y se nos ha muerto Patukín.


Sí. Se nos ha muerto Patukín.
Parece ser que sí. Yo aún no fui a confirmarlo.
Creo que se ha muerto por lo que dicen,
por lo que digo... de mi pequeñín
que apoyaba su esbelta cabeza black and white
en mi rodilla; debajo del mantel.


Competían los dos en cariño y los dos ganaban.
Aunque el Patuko tuviera su aquél.
competían los dos en comida y ganaba Babucha.
Tragona y feliz.

Y  yo lloro esta muerte que no he comprobado.
Lo haré mañana, si Dios lo tiene a bien.
Y yo lloro esta muerte que no he comprobado.
Lo haré por él.

Gracias a todos por quererle tanto.