Quisiera oír tu voz esta mañana.
Doliente y triunfadora, sempiterna.
Llorosa y rompedora; siempre externa.
Caos demoledor, noche africana.
Jazmines frescos que al tocar tu mano.
Perfumando tu frente, voladora.
Agita el aire, espada luchadora.
Escudo en que planea el ser humano.
Ven hacia mí, eunuco enamorado.
Vuélvete presto, pues que yo te imploro.
Tal vez encubrirán aquellos lodos.
Los luceros rojizos y dorados.
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