SUEÑOS
Anoche soñé que estaba en una carpa, en medio de una especie de parque de atracciones con mis dos hijas mayores. Depronto me encuentro con Miguel Ríos y me pongo a hablar con él. Le cuento que le he visto varias veces, pero de la que más me acuerdo; la que más mella me dejó, fue una actuación en Granada, en la calle Doctor Olóriz, 19, en la Sala Papillón.
Miguel Ríos llevaba un pedo del 33. Todos los músicos consumen mucho y fuerte. Me dijo que necesitaba un guitarrista de la talla de Paco de Lucía. Le contesté que conocía al mejor... ¿Y a un letrista?... Sin dudarlo convine: "yo". Aquí delante de tí estoy. ¿No me ves?. Léeme.
Entonces me dejó su teléfono fijo con prefijo 958 y yo me puse a buscar a mi amigo el guitarrista que sé que andaba dando clases en la Casa de la Moneda, de Madrid. Hablé con él y balbucía, -no sabía si estaba preparado para un trabajo tan serio-. Yo empecé a rebuscar entre mis letras algo que sirviera: "Sólo en la carretera", "pongamos", "el verso inalámbrico"...
De modo que, -como quisiera que ocuriera en la vida real; como de hecho ha sido siempre hasta ahora-, y en presencia de mis hijas; tomé la batuta, encargada de aunar a los tres artistas más rutilantes del momento.
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