Estoy en Madrid. Nueva y concretamente en el Hospital Gregorio Marañón, el Jefe de mi tía Felisa, su enfermera particular de sus últimos años, y luego la de su mujer, Dª Carmen Moya... ¡Qué tiempos aquéllos!.
Cuentan que el personal de Servicio hacía pasar por la puerta trasera a los proveedores, deudores, vendedores, etc. Un día le llegó un paquete certificado, D. Gregorio Marañón se dió cuenta de que el Cartero había accedido por la puerta lateral. Nunca se había percatado de ese detalle. Montó en cólera y ordenó al Servicio que, a partir de aquel instante, cualquier persona que llamara a su casa debía acceder por la puerta principal. Fuera quien fuese. Y es lo que yo digo, a veces es peor el sargento que el coronel.
Yo he concedido préstamos a personas sin ingresos declarables y sin avales que se han quitado,-a mi requerimiento-, las gafas de sol y mirándome a los ojos me han dicho: "lo voy a pagar". Y así ha sido.
La mirada importa. Es fundamental. Yo me doy cuenta enseguida cuando alguien miente u oculta algo, tratando de disimular. Se vé en la forma en que mueven los ojos, tratando de evadirse... ojos interrogantes e inseguros; no sé cómo explicarme; poco claros, intranquilos, esquivos...
Carmen Moya no necesitaba préstamos. Una de sus nietas venía con nosotras al Instituto Beatriz Galindo. La niña llevaba unos tejanos de marca. Eran los revueltos años 70. En un momento determinado, se sacó de uno de los bolsillos traseros un papel. -Qué será?-. Lo desplegó y vió que se trataba de un cheque de un millón de pesetas. Así. Tal cual. A mí me pareció escandaloso. Mis hermanas, mis otras amigas y yo teníamos que ir andando hasta casa para ahorrarnos las 20 pesetas del autobús y así podernos tomar una Coca Cola con la pandilla en Grevi.
Allí conocí a los amigos abandonados ahora por distintos avatares. Nadie queda. Ni uno sólo. Esther, Mary Carmen, Antonio, David, Alberto, Carlos, Paloma, Elena, Ana... ¿qué habrá sido de ellos?. Perdidos en la distancia del tiempo y el espacio... ¿Y los chavales del barrio?: Toñi, Alfonso, Enrique, Guille, Pipe... Perdidos en la vorágine de los años transcurridos... ¿Qué estará haciendo ahora la nieta del Dr. Marañón?. ¿Y las otras chicas del instituto?. ¿Quién ha dicho que la vida no es una renuncia?. Una renuncia cruel, quizá. Lo perdurable en contraste con lo efímero. La belleza singular de una flor y de una roca... ¿Quién se atreve a decir qué es mejor que qué?. La vida es el transcurrir de una cascada; siempre idéntica y siempre renovada.
Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta
Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.
Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.
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