Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

lunes, 18 de agosto de 2014

Un día de playa.

Bailábamos en silencio un vals.
Reíamos en silencio un chascarrillo.
Coreábamos en silencio una canción.
Corríamos alborozados sobre las olas del mar.

Salpicaban nuestros pies gotas transparentes y salinas.
La playa, a medio camino, nos empujaba en silencio.
Y en silencio nuestros cuerpos se hundían sobre la arena.
Rubia, transparente y fina cual las cuentas de un reloj.

Paseábamos nuestras mentes entre riscos plateados.
De una luna emergente que entre ensueños ha llegado.
Al acecho de cabriolas y de desnudos deseos.
Donde el cuerpo es el preámbulo de lo que está por llegar.

Mar abierto, espuma y olas configuraban la página.
De este libreto inconcluso que nunca se editará.
Ondas que el viento traía, a ritmo de bandoleo.
Los pescadores en marcha desde aquesta madrugá.

Barcas repletas de anzuelos, de sedales y de cubos.
Aperos para la pesca del boquerón del Rincón.
Del Rincón de la Victoria, el más famoso de España.
Y el capitán, en su nave, pone rumbo a alta mar.

La mañana está preciosa. La gaviota vuela ya.
Otras muchas, en la orilla, esperan el pleamar.
Paínos, corbetas, alondras, todas esperan pescar.
El vapor de la ensenada, al otro lado del mar.

En la orilla, los dos niños buscan conchas sin cesar.
Buscan piedras de colores. Dibujos de eternidad.
Caracolas y guijarros que guardarán al llegar
a su casita, en la caja de los tesoros sin par.

Con rastrillos, cubos, palas, agua y arena levantan
el más bonito castillo que se haya visto en la playa.
Una ola ruge y amaga con destruir la construcción
de alacenas y de puentes levadizos. ¡Pero! ¡Oh no!

...Va pasando la mañana. La tarde llama a la puerta.
Luces distintas y bellas salpican en la alborada.
Y la tarde, enardecida, se adueña de sol y sombras.
Barcos de vela recortan su blancura sobre el agua.

Y el sol tiembla a lo lejos. Se tumba en el horizonte.
Dorados y ocres colores rielan en el lienzo azul.
Anochece. Cae la tarde y la noche se aposenta.
El pueblo enciende las luces, tímidamente, al albur.

El paseo se completa con familiares viandantes.
Helados de chocolate, carritos y paseantes.
Una chaquetita al vuelo por si refresca, mi amor.
Que aquí en la costa la noche nos trae algo de frescor.

Y en la casa, una muchacha peina su rubia melena
Mirándose en el espejo, con el ventanal abierto.
Lleva puesto el camisón blanco con nido de abeja.
Al contraluz, esta noche, se dibuja su silueta.





No hay comentarios: