Cuando la lengua de arena le hace lecho y almohadilla.
Vibrar, cantando sonidos, que resuenan en los montes.
El rocío se desparrama entre helechos y praderas.
Pensar, que en otra vida eras,
la más profunda dama de noche.
Ven. Te voy a llevar en coche
a Los Molinos.
Por caminos florecíos de hortensias y de rosales.
Por senderos de la sierra que preconizan cantares.
Por inmaculadas nieves donde aún nadie ha hollado.
Por minúsculos lugares con los que siempre has soñado.
Ven. Te voy a llevar al río.
Para que veas a Patuco bucear en la charca de allá arriba.
Son sólo cuatro repechos, súbelos despacito, ya llegamos...
a la cascada, dueña de tus ensueños, y así con brío,
romperás a llorar por todo lo perdío.
Dulce amapola.
Que enrojeces los campos de mi señora.
Y Siete Picos
alumbrando el camino para los niños.
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