Pero las cosas tienen que pasar para bien y para mal.
Porque al que no vive nunca le pasa nada.
Y porque la edad nos va enseñando que todas las cosas tienen un proceso.
Que nada permanece; que todo fluctúa y se sucede.
Y es que queremos seguir siendo jóvenes.
A pesar de lo que en ocasiones nos maltratamos.
Y puede ser una oportunidad para decir: por ahí ya no...
En lugar de lamentarnos en lo que hemos estado haciendo.
Es lógico que ante una mala noticia te sobrevenga la desolación.
Pero la vida está para vivirla.
Dieciocho horas enchufada a una máquina de oxígeno,
dan seis horas diarias de vigilia sin aparato alguno.
Y en seis horas se pueden hacer muchas cosas.
Si sabemos disponer de ellas con sensatez.
Y de las dieciocho restantes, gran parte se las lleva el sueño.
Y retazos perdidos de mañanas y de tardes en que vienes a escribir o en que miras tus e-mails.
Dicen que el que no se conforma es porque no quiere.
Yo, no es que no quiera; es que no me queda más remedio,
para procurar seguir haciendo actividades, aunque haya tenido que frenar algunas,
y evitar así caer en una triste depresión.
Pero éso no va a ocurrir porque soy fuerte, (éso espero).
Y aunque ahora esté en un momento disponible para encajar los acontecimientos,
y me haye un poco confusa, y por qué no decirlo, desolada,
yo sé que luego el día a día se presentará más fácil.
De lo que ahora me parece.
Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta
Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.
Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.
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