Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

sábado, 4 de diciembre de 2010

GÜEJAR SIERRA.- Carmen Urbieta.



Continúo paseando por mi Granada.

Anteayer estuve nuevamente dando un paseo por el Centro. Hice fotos en la que no salgo porque no hay nadie cerca que impulse el interruptor. Debo tener miles de fotos de los mismos lugares en diferentes estaciones y viajes, pero no me canso de fotografiar las fuentes cantarinas o la Alhambra cuando se asoma desde alguna calleja del Albaizín, o se vislumbra desde el Paseo de los Tristes, o se presenta espléndida y arrebatadora desde el Mirador de San Nicolás.

No me canso de las macilentas hojas de chopo que alfombran el camino de este otoño, ahora sí, severo en su temperatura prácticamente invernal. Me llama la atención el amarillo y el bermellón de los tapices tejidos con mano magistral por la naturaleza. Y esos chorros de agua que aparecen al final del recodo del camino y que te invitan a beber, sedienta como estás por unas gotas de algo que no sea el envase que transportas en el macuto y que has llenado en el grifo de casa esta misma mañana. Algo hay de esencial y de expectante en las cristalinas aguas del manantial voluntario y sereno que aparece tras un risco y que se desborda en tu mirada incrédula. Que se prevé con su sonido antes de dar la vuelta a la última curva del camino.

Todo es paz. Paz y amor. Naturaleza en estado puro por las veredas de Güejar Sierra, justo enfrente de Sierra Nevada... Y de repente, un aguacero enorme detiene mis pasos hacia lontananza. Espero un poco; me ajusto la capucha y todo es vano... el temporal se convierte en granizo y es preciso retroceder.

Mis pasos hacia el pueblo son más lentos y más elementales. La cuesta del Calvario hace honor a su nombre. Necesito un café y un cigarrito. Llego por fin al pueblo y visito la Virgen del Rosario. Obra Mudéjar del S.XVI. Está en el centro de la plaza. Busco una mercería; he perdido uno de mis guantes. Me compro otros que me están grandes pero están forrados y son calentitos. También me compro un jersey de hombre para la sierra que llevo puesto. Me servirá para mis salidas por la sierra de Madrid.

Por fin atisbo un bar lleno de gente. Los Montoya; lo recomiendo. Por una cerveza te preparan como "tapa" una fuente de carne guisada en salsa con patatas revolconas. Cuando he llegado a casa me he dejado las espinacas para mañana. He tomado un yogurt de postre y un zumo de naranja; bueno y el café que al final no me tomé en el bar.

A las tres menos cuarto estaba en la parada del autobús de Güejar. Me he bajado en Cenes, -el primer pueblo de la sierra-, porque hasta allí llega el urbano 33 que me deja directamente en la puerta de casa. Así de fácil. Y así de rápido. He podido ver con asombro el nacimiento del río Genil, abriendo su parlanchín cauce entre rocas hasta convertirse en un hermosísimo embalse lleno de belleza entre las montañas escarpadas de las inmediaciones de Sierra Nevada; allá donde hace apenas unos años circulaba el tren de vía estrecha. Es un camino suave y precioso en estos meses del otoño con sus contrastes ocres de color.

Al llega a casa lo primero que he hecho ha sido cambiarme de ropa y ponerme un poquitín más cómoda. Luego me he echado una reparadora siesta de treinta minutos y he bajado a visitar a Encarni y a contarle mis peripecias. No podía creerse que hubiera ido sola. Pero yo ya casi estoy acostumbrada a hacer las cosas por mi cuenta. Alargar el camino o suspenderlo si, como hoy, las circunstancias metereológicas impiden continuar. Algo he podido ver, de todas formas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que bien me gusta ese espiritu libre y aventurero