En Euskadi ha habido siempre una tradición absurda por la que la herencia familiar era patrimonio del primogénito. El resto; es decir, los "segundones", tenían que buscarse la vida; eso sí, con corección y honradez. Muchos ingresaban en Órdenes Religiosas.
Unos Urbieta llegaron hasta la Diputación para que se les nombrara como "segundones". Luego emprendieron camino hacia Guadalajara y se establecieron en una pequeña aldea llamada Masegoso.
El abuelito Calixto (Q.E.D.) nació allí. Con 13 años vino hasta Madrid andando y descalzo porque en el pueblo no había trabajo para él. En Madrid conoció a una avulense de Monsalupe, la agüe Fulgen quien trabajaba de empleada de hogar; a su vez Calixto había conseguido empleo en una tienda de botones de la calle la Montera. Se casaron y se fueron a vivir al Palacio de San Quintín, enfrente de la buhardilla de Oriente.
Nacieron 3 hijos. Lorenzo, el mayor, se sacó la carrera de Ingeniero Técnico de Telecomunicaciones trabajando en una forja. Fué nº 1 de su promoción y colaboró en la construcción de la Cruz de hierro de la Basílica de San Isidro.
Se casó con Mamá, que ha sido y es la enfermera más bonita del mundo.
Mamá es vitoriana, y a mucha honra, hija de mi abuelita Casi, mi madrina, que tenía un kiosko de periódicos en la Plaza de la Virgen Blanca. La abuelita no pudo venir a la boda de su propia hija. El "jefe" NO le dio permiso. Y ya estamos otra vez con el NO.
Tuvieron 5 hijos; yo soy la tercera, y les quiero a todos un montón. Estoy deseando salir de aquí (del hospital psiquiátrico provincial de Donostia donde estoy ingresada después de 6 años).
Los murcianos-gitanos empezaron a insultarnos y desprestigiarnos en Euskera, sin saber que esas tres personas que tenían enfrente eran los descendientes de la Dinastía de los Urbieta-Pérez de Nanclares y de los Bolivar (molino en la vega o molino en la ribera), de la Casa de los Bolivar-Jaúregui, de Munguía, abuelos de Simón Bolivar el Libertador. Juntos los tres y los tres zurdos.
Nos fuimos a otro sitio y pasó igual. Hablaban en alto para provocarnos. Yo al final salté y les enseñé las llaves de mi casa y a Ana la llamé Ane Miren y Anuska.
Me estaba poniendo muy nerviosa y les dije a Ana e Iván que me llevaran al Hospital para que me dieran un tranquilizante. Allí no me dieron literalmente ni "agua". Cualquier cosa que pedía o preguntaba era contestado con un NO; quizás; mañana... maña...¡na!. Como se negaron a abrirme la puerta del baño, me bajé las bragas y me meé en la habitación. Acto seguido nos marchamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario