Mi padre arregló un domingo lluvioso la Central Telefónica de Barcelona con unos palillos. Con el dinero que recibió compró cinco abrigos para sus cinco hijos.
...Afortunadamente, mis hijos mayores me llevaron de vuelta hasta Madrid.
Ingresé por Urgencias, y, después de los trámites previos, me asignaron una habitación. Mi compañera era una chica autista de 44 años, casada y con un hijo de 9 años, incapaz de pronunciar palabra. Los ojos siempre muy abiertos. No pestañea. Mirada ausente y enrojecida. Se llamaba Margarita. La recité mil veces el poema de Rubén Darío; incluso se lo escribí en un papel. Ella hizo un esbozo de sonrisa y lo guardó como si de un tesoro se tratara. Había nacido en París y yo le hablaba en francés rudimentario. Sé que le gustaba. Le cantaba canciones en francés. Sé que le gustaba. Hace 11 meses que ingresó sin haber experimentado progreso alguno.
Aquí estoy mejor. Al menos nadie me considera extranjera. Aquí cabemos todos, sean de donde sean. Pero sigue sin haber jardines y de estar deambulando por medio pasillo, sin poder hacer otra cosa.
No tengo ni siquiera una botella de agua fresca. No puedes pasar a la habitación porque está mojada. Yo no voy a estropear nada; simplemente me quiero tumbar porque estoy muy cansada y me duele mucho el pie izquierdo, lleno de ampollas con pus que no han querido curarme. NO ME ENCUENTRO BIEN. ES MÁS DE LO MISMO.
Falta de conciencia, solidaridad, respeto y muchas, muchísimas prohibiciones.
Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta
Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.
Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.
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