Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

sábado, 19 de junio de 2010

MI PERRITA Y YO.- Carmen Urbieta

Quimera era una preciosa perrita de raza Airdale Terrier. Su color era negro y fuego y tenía el típico morrillo cuadrado de los terrier; el pelo cortito y rizado y unos ojillos redondos, oscuros y penetrantes.
Cuando la compramos en Madrid, justo un mes antes de irnos a vivir a Málaga, el 31 de mayo del 93, lo que más me cautivó de ella fue su aspecto desvalido. Había nacido el 23 de marzo de ese mismo año y fue la última de una camada de 9 cachorritos. Cuando Mª Teresa Noguera, -su criadora-, la colocó encima de la mesa, Quimera se calló de bruces sobre ella porque sus cuatro patitas apenas la sostenían.
Yo decidí de inmediato que esa perrita sería nuestra y que iba a crecer en un bonito chalet, rodeada de plantas y jardines.
Pero el destino quiso que las cosas no fueran así. No obstante, en los desgraciados años que siguieron, Quimera siempre estuvo a mi lado, (porque está claro que me había elegido como dueña), reconfortándome con su amigable presencia.
Sabía que estaba triste, y se tumbaba a mis pies lamiéndolos y dándome con su hociquito en las rodillas para que me sobrepusiera. Y casi siempre lo conseguía.
Recuerdo aquéllos amaneceres con ella a la orilla de la playa, en que paseábamos agradecidas por el nuevo día y comprábamos "pescaíto" a las barcas que volvían de faenar. Eran los mejores momentos del día, que casi me hacían olvidarme de todos mis problemas. Luego, volvíamos a casa, le dejaba comida y agua limpia, y me marchaba a trabajar.
Quiero hacerle este homenaje porque para mí ha sido, sobre todo, un bote salvavidas. Mucho más que muchas personas. Ella no pedía nada; no juzgaba nada; nunca guardaba rencor, ni siquiera cuando la castigaba por haberse escapado con los chuchos de la playa y haber vuelto, -con el rabo entre las piernas-, sucia y preñada.
Los mejores momentos de mi vida en Málaga me los dió ella, Quimera. Una perrilla que fué mi mejor y única amiga.

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