Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

viernes, 2 de julio de 2010

ALEGRÍA.- Carmen Urbieta.

Hoy me he llevado una de las mayores alegrías de mi vida. El día 2 de julio lo recordaré siempre. Llevaba tiempo caminando por las orillas tenebrosas de la incertidumbre y el desasosiego. El precio a pagar era muy alto. Podía perder a mi propio hermano y a su familia. Pero también necesitaba que se escuchara mi voz, callada mucho tiempo. Supongo que los dos teníamos razón y ninguno tenía la razón del todo. Son cosas que ocurren en todas las familias. Pero el precio era perderles. Perderles para siempre.

Sumida en la pena, el desespero y la ansiedad profundas, no se me ocurría otra cosa más que pedirle a mi Dios que me ayudara. La situación se me estaba escapando de las manos... Iba por los caminos y Le preguntaba: "Señor, ¿qué hago?. ¿Qué es lo que tengo que hacer...?. Ya no se me ocurre nada...". Cuando menos lo esperaba, Dios me contestó: "tranquila Carmen; déjalo en mis manos. Tú confía en mí". Y así lo hice. Traté de tranquilizarme e intenté llevar una vida "normal"; como si no pasara nada. Estaba sufriendo también por ellos, que me consta, estaban en la misma situación que yo.

A los dos días, (ayer), recibí el e-mail de una amiga. No era uno de esos con múltiples direcciones. El correo, -pude comprobarlo-, iba dirigido sólo a mí. Era la primera vez que mi amiga me mandaba un correo. De hecho, ni siquiera la conozco físicamente. Simplemente sé de ella a través de los contactos del facebook en los que enlazas a través de amigos de tus amigos que a su vez tienen otros amigos que quieren ser tus amigos... Y tú aceptas la invitación. O no. Yo la acepté.

Por supuesto Yoanny, (que así se llama), no sabía nada. Ni tampoco nadie de ese bucle que acabo de describir. Bien. Abrí el correo. Había en él un saludo cariñoso y un archivo adjunto. Abrí el archivo.

A los pocos segundos apareció una imagen preciosa de Jesucristo, y más abajo un texto que decía: "tócame. Tu problema se vá a resolver. Confía en mí".

Así lo hice sin dejar de pensar en mi hermano, en mis hijas, y en todo el resto de la familia sin excepción. Y guardé el archivo por si me hacía falta.

Esto, como digo, ocurrió ayer mismo.

Hoy me he levantado como siempre, temprano, porque me gusta que me cunda la mañana. Tenía que ir al Banco a entregar unas domiciliaciones. Estuve tentada de haber ido ayer, pero caí en la cuenta de que era primero de mes y pensé que a lo mejor había mucha gente en la Oficina. (Tengo fobia a las masas; qué le vamos a hacer). Así que decidí dejarlo para hoy. Era la 2ª vez que acudía a ese lugar. La primera para abrirme la cuenta, hace un par de meses más o menos, y hoy para domiciliar los recibos que me han ido llegando durante ese tiempo. Mi cuñado trabaja en esa Entidad bancaria y poco a poco ha hecho que casi toda la familia seamos clientes.

Al llegar he visto que el despacho del director estaba ocupado, así que me he sentado en la mesa del gestor comercial; el mismo que me había atendido la primera vez. (Y muy bien, por cierto). Bueno, pues estábamos fotocopiando recibos y consultando teléfonos cuando de repente veo que de la puerta del despacho del director salen dos personas en las que en un principio no me había fijado. Eran mi hermano y mi cuñada. Me ha dado un vuelco el corazón y me he llevado una inmensa alegría repentina que no sé cómo explicar. Simplemente he pensado: "existen los milagros". Nos hemos dado un beso cariñoso y mi cuñada, (que ya sé que no es muy besucona), me ha premiado con una de sus sinceras y entrañables sonrisas. Luego nos hemos tomado un café juntos. Nos hemos despedido nuevamente con auténtico cariño y con gran alivio por ambas partes.

Estas cosas no pasan todos los días. Por éso he querido compartirlo a mi manera. Sé que Adita ha estado rezando mucho. Y todos los demás en su fuero interno también. A todos les doy las gracias desde aquí. Somos una piña aunque a veces nos equivoquemos. Yo también. Yo la primera.

Gracias mi Dios.

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