Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

CARLOS JIMÉNEZ SERRANO, gitano.- Carmen Urbieta.

Esta tarde ha ocurrido lo de siempre: desprecios, negaciones, prohibiciones, y demás, cuando al filo de las 19,45h. ha vuelto Carlos Jiménez Serrano, el benjamín del grupo, (yo soy la mayor, de 15 o 20 años más; la "veterana"). Carlos, de 18 años y raza gitana, guapísimo, ha vuelto, digo, con unos cuantos bártulos que no le dejaban pasar a la habitación porque en control consideraban peligrosos, pero que no están en la lista de la "Nota Informativa" que a mí no me han "facilitado" hasta esta tarde. Carlos es un chico muy generoso y de gran corazón, pero se ha enfadado ante la inpotencia que estaba provocando el Personal Sanitario de "Control", nunca mejor dicho.

De pronto todos ,os miembros comenzaron a atosigarle con sus espetaciones tan cercanas al pabellón auditivo de Carlos. En un momento dado una de las enfermeras quiso marcar al 091 y yo traté de impedirlo con mis chillidos. Luego lo pensé mejor, porque así al menos tenía la posibilidad de declarar.

Pasados unos minutos se personó un miembro de Seguridad, quien se aproximó a los aposentos de Caros, tomándole declaración sin conocer las repercusiones y chillándole de que quería hablar 5 minutos con él, pues me está vedada la zona de los varones. Una vez hubieron terminado todas las diligencias el Guarda de Seguridad se marchó, haciendo caso omiso a mi siolicitud y aduciendo que tenía mucha prisa.

En ese mismo instante, el gorila de la puerta se avalanzó sobre mí, al tiempo que Santiago, el auxiliar de la bandolera y apellidos desconocidos, me empujaba hasta la sala común y me volvía a llamar "entra payasa", al tiempo que rompía mi cigarrillo y me retorcía la muñeca derecha.

Se lo voy a contar al Dr. Cuevas.

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