Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

domingo, 26 de septiembre de 2010

EL RATÓN Y LA MOSCA.- Carmen Urbieta.

EL RATÓN Y LA MOSCA.

Esto era una vez un ratón colorao con unas enormes orejas y una cola muy larga, negra, y el cuerpo verde.

Se llevaba muy bien con una mosca cojonera; de hecho la admiraba, porque mientras Piper, el ratón, correteaba por el suelo en busca de migajas de queso y comida, Amalia, la mosca cojonera, volaba hasta los platos y hurgaba aquí y allá, mientras los comensales intentaban darle manotazos que ella evitaba posándose en otro plato, y en otro, y en otro.

Un día Piper le advirtió:
- Ten cuidado, que se pueden hartar y aplastarte contra la pared con un matamoscas.

A lo que Amalia repuso:
- Imposible, yo soy mucho más rápida...
- Mira que a mí me ponen trampas con trozos de queso. Tengo que estar muy atento.
- Ya. Un sólo ojo mío es como miles de los tuyos. No pueden alcanzarme. Sólo si hace demasiado calor y estoy adormilada y pesada, pero éso no va a ocurrir. De todas formas; ¿podría pedirte un favor?.
- Si, claro, dime.
- Si alguna vez la comida me gusta tanto que me entretengo y adormezco, ¿me dejarías que me escondiese en una de tus enormes orejas?... Te voy a hacer cosquillas, pero nada más.
- Eso está hecho, Amalia. ¿Y tú me puedes hacer otro?.
- Claro. Tú dirás.
- Si alguna vez te das cuenta de que voy a caer en una trampa, ¿correrás a posarte en el soporte para que salte y no me atrape?.
- No sólo éso; cojeré tu queso entre mis patas y te lo entregaré, fuera de peligro, para que te des un buen festín -repuso Amalia.

Y así fue cómo los dos amigos hicieron un pacto y vivieron muchos años en casa de Antonio, el labrador de Pitres.

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