Se abría la mañana lentamente.
El sol ascendía por peldaños invisibles.
Rozaba el mar con sus rayos permanentes.
Que esculpían ondas doradas; previsibles.
Baja la niña, llorando, a la ensenada.
Nunca su corazón fue tan osado.
Perfuma el aire una ráfaga salada.
Como la lágrima de un enamorado.
Se acerca al agua, densa, refrescante,
e introduce sus pies sobre la orilla.
Vagabundea, sin mirar hacia adelante.
Sus ojos líquidos brillan cual diamantes.
Déjame que te cuide y que te abrace.
No quiero, hermana, aunque es lo que deseo.
Pásame ese cepillo con esmero.
Y déjame soñar que todo es fácil.
Quizá algún día vuelva, enamorada,
a cantar al amor y a sus pasiones.
Quizá algún día la rosa se me abra,
perfumando mi pecho y sus galones.
Gaviota voladora que planeas,
aire marino que trastorna mentes.
Caracola enterrada en las arenas
rubias de la bahía y sus simientes.
Piedrecillas marinas; de colores,
coleccionadas para ver en invierno.
En un frasco con agua, y sus olores,
asemejan ese trozo de mar, que ya no veo.
Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta
Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.
Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.
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