Bienvenido al Blog de Carmen Urbieta




Soy Licenciada en Ciencias de la Información. Me gusta la poesía y la narrativa poética. He publicado artículos en revistas y periódicos desde 1989, he escrito 4 novelas, algún que otro cuento, ensayos y relatos cortos. Actualmente estoy trabajando sobre mi 5ª novela. Asimismo colaboro con Radio AFAEMO, en Madrid y con Emisoras ASEMFA en Andalucía. Publico también artículos para la Revista mensual Espacio Humano.

Por último añadir que soy miembro de ODEM (Organización para los Derechos de los Enfermos Mentales), colectivo éste que despierta en mí un alto grado de sensibilización.

Quisiera desde estas páginas pedir vuestro apoyo, colaboración, comentarios y la mayor difusión posible, a fin de mejorar muchos aspectos. Todo ello lo iréis viendo en mis escritos.

jueves, 4 de junio de 2015

Y su voz quebrada.


Paseaba junto a la orilla del Darro.
Camiseta, pantalón fino y chanclas.
Ya ha llegado a la Iglesia de Santa Ana
y San Gil; la noche es larga...
las estrellas tililan, allá arriba,
llenando el firmamento de luces amarillas,
doradas, verdes, blancas, rojas, plata...

Preguntarás al cielo dónde está ahora
la pequeña lucecita de tu hermana,
de tu suegro y tu abuela,
que tanta veces habías encontrado en tu camino.
No hay respuesta.
Un lucerito te hará entonces un guiño.
Y sabrás que es ella.

Paseaba por la orilla del Darro,
en camiseta, chanclas y pantalón fino.
Pasados los conventos y los baños árabes,
el río rizaba una curva con gran tino.
Y al fin llegaba a la Iglesia de San Pedro,
como un simple peregrino.
Confesión obligada con D.Ángel.
Y a continuar con el camino.

El río Darro llega hasta unas casas,
donde existe un colmado.
Y entramos en el sueño de la Alhambra,
vista del Albaizín; parte de abajo.

Y el río Darro yace entre los riscos
del monte de La Roja.
Muralla ocre, fuentes y jardines.
Y el mechón de una novia...
que ha cedido sus rizos a la zarza
que le prestó cobijo.
La Torre de la Vela señoreando,
Palacios nazaríes, aberroes, moriscos...

Todo es tan bello que desde el balcón
de San Nicolás los gitanos cantan.
Con sus guitarras muy bien afinadas
y su voz quebrada.
Esperan que se ilumine poco a poco la Alhambra
y se produzca el sortilegio
de una noche más con palmas y con cantes.
Y un lucero a lo lejos.

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